Una ciudad sustentable será aquella que logre satisfacer de manera equitativa las necesidades de sus habitantes sin poner en riesgo las posibilidades de bienestar y vida digna para las generaciones futuras. Esta premisa implica que las actividades que se realizan en la ciudad no destruyan los recursos ni la diversidad de los ecosistemas en los cuales se sustenta, y postula la necesaria participación de sus ciudadanos en el ejercicio de los derechos y las responsabilidades colectivas.

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