La Autora nos cuenta sobre su última obra "La mayor mentira de la industria es decir que no se puede alimentar el mundo sin el uso de pesticidas en la agricultura", quien asegura que "hay alternativas y funcionan muy bien", como la agroecología.

"Las cosechas del futuro" constituye el tercer documental de la trilogía dedicada al mundo de la alimentación, después de El mundo según Monsanto, 2008.y Nuestro veneno coltidiano 2010 Marie Monique Robin se centra en los problemas derivados de alimentar a una población de 9 mil millones de habitantes, la esperada en 2050.Basándose en el testimonio de expertos y agricultores hace un balance del modelo agroindustrial: no sólo no alimenta al mundo, sino que contribuye al calentamiento global, al agotamiento de los suelos, de los recursos hídricos y la biodiversidad, y empuja a la marginación a millones de campesinos. Por el contrario, según explica, la agroecología puede ser más eficaz y convertirse en un modelo productivo sostenible. Su investigación muestra que se puede resolver el problema de la alimentación haciendo las cosas de otra manera, respetando los recursos y el medio ambiente, a condición de revisar radicalmente el sistema de distribución de alimentos y de devolver a los campesinos un papel protagonista en esta evolución.

 
Robin precisa que decidió investigar tras escuchar en 2011 el informe del relator especial de las Naciones Unidos sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Shutter, sobre "La agroecología y el derecho a la alimentación".
En su libro y documental-que corona su trilogía sobre la alimentación-, "Las cosechas del futuro. Cómo la agroecología puede alimentar el mundo", Robin pone en entredicho la afirmación de la industria de los "productos fitosanitarios" (denominación que considera "un eufemismo") de que sin su uso no es posible tener alimentos para toda la población. En su opinión, según apunta en una entrevista con Efeagro, la agricultura industrial no ha podido poner coto al hambre en el mundo, y hoy en día hay mil millones de personas que padecen hambre con la paradoja de que "el 80 % son campesinos".
Plantea que el uso de pesticidas en la agricultura industrial no sólo ha empobrecido los suelos fértiles destinados a la producción de alimentos, sino también a los campesinos -muchos de ellos se han visto abocados a emigrar-, así como sus dietas, al apostar durante medio siglo por los monocultivos.
El objetivo, según detalla, fue descubrir sobre el terreno el potencial de la agroecología para hacer disminuir el hambre y la pobreza. Robin, que ha visto casos prácticos de modelos agroecológicos en países de África, Asia, Europa y América- reconoce que al empezar el viaje "esperaba que la agroecología sí funcionara, pero no sabía hasta qué punto; y lo que descubrí fue increíble".

"Hay alternativas a la agroecología"
Apunta, esperanzada, que "hay alternativas en la agroecología", pero especifica que no se trata de volver a técnicas de producción agrícola ancestrales sin más, sino de aplicar los avances tecnológicos a esos conocimientos que durante siglos han funcionado.Es volver a una agricultura que crea paisajes ricos y variados, basada en la complementariedad de las plantas, de los árboles y de los animales, explica.
Admite que esta vuelta a una agricultura autosuficiente "no es fácil", por eso es importante en su opinión la ciencia "para apoyar a los agricultores".

A su juicio, "otra gran mentira de la agricultura industrial" es que al pasar a la producción agroecológica los rendimientos bajan; no obstante, marca la diferencia entre la agricultura biológica y la agroecología: "Si sólo reemplazas los químicos tóxicos por otros naturales, pero no cambias el modelo de cultivar, los rendimientos bajan".
Por eso insiste en que es necesario modificar el actual modelo agrícola por completo, dejando los monocultivos -y la ingente cantidad de insumos que suponen- para apostar por producciones complementarias, por las relaciones humanas y por los valores.
Cita ejemplos prácticos de agrosilvicultura en Malaui, donde plantan gliricidias, árboles que bordean los campos de maíz y actúan como insecticidas naturales y fertilizantes. O el sistema de la milpa en Oaxaca (México) que consiste en sembrar a la vez maíz, frijoles (leguminosa que capta el nitrógeno del aire y alimenta el maíz) y calabaza (cuyas hojas permiten mantener humedad del suelo), que se complementan y permiten una dieta más variada y reducir los gastos de la finca.
Alude, además, a un estudio de la Universidad de Berkeley (EEUU) que señala que este sistema es "muy productivo", porque una hectárea produce los alimentos equivalentes a 1,7 hectáreas cuando se cultivan por separado.
"Hay ahora sistema del futuro"
Estos agricultores tienen mayores rendimientos en sus cosechas y pueden trabajar la tierra "sin gastos importantes", hace hincapié Robin, al apostar por una producción que puede prescindir de insumos procedentes de energías fósiles, emite menos gases de efecto invernadero, necesita menor uso de agua, contribuye a la biodiversidad y es un sistema que permite "autoalimentarse".
"Son sistemas del futuro" y "el cambio es posible y necesario", defiende, si queremos alimentar el mundo, cuidar del medio ambiente, y asegurar la rentabilidad económica de las comunidades campesinas desarrollando, además, canales cortos de venta.

Marie-Monique Robin Biografía
Marie-Monique Robin nació y creció en los Deux-Sèvres, donde sus padres eran agricultores.3 Estudió ciencias políticas en la Universidad deSaarbrücken y es licenciada en periodismo por el Centro Universitario de la Universidad de Estrasburgo. Comenzó su carrera en France 3 Région y trabajó para la agencia CAPA de 1989 a 1999 antes de convertirse en periodista independiente. Desde 1989, realizó cuarenta películas y obtuvo treinta premios, entre ellos el Buffon (Festival International du Film Scientifique), varios premios en el Festival Internacional de Scoop de Angers4 o em FIGRA.5 Sus películas son el resultado de un largo estudio de campo, proporcionando una mirada crítica sobre la situación de los derechos humanos en distintas partes del mundo, especialmente en América Latina, que visitó más de 80 veces.6 Investigó sobre el uso de la coca por los indígenas en Colombia (Mama Coca, 1990) sobre la prevención del SIDA en Cuba (SIDA y Revolución, 1989) o la participación del ejército francés en la Operación Cóndor (Escuadrones de la muerte, la escuela francesa, 2003). También ha realizado varios documentales en Francia como La rebelión de las mujeres maltratadas (2000). La escuela de la sospecha (2005) muestra los excesos de la lucha contra la pedofilia. En 2002, realizó una película sobre la investigación científica de los fenómenos paranormales (El sexto sentido). Desde 2004, Robin se centra en las amenazas a la biodiversidad y la apropiación de la vida por parte de los gigantes de la biotecnología (Piratas de la vida, Trigo: Crónica de una muerte anunciada, 2005, El mundo según Monsanto, 2008).
Marie-Monique Robin es también autora de varios ensayos, algunos de los cuales han sido grandes éxitos (Las 100 fotos del siglo ha vendido más de 600.000 copias). Esa es una de las peculiaridades de su trabajo de investigación: cada uno de sus libros describe en detalle la investigación realizada con ocasión de sus películas y profundiza sobre el tema.

Organiza: Red de Huerteras y Huerteros de Rosario, Agricultura Urbana Rosario y Pro Huerta Inta Santa Fe (INTA/MDSN)
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