En estos días se está realizando la Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 21 CMNUCC). Gran parte de los ojos del mundo están puestos allí.

Son cada vez menores las esperanzas de poder encontrar un camino para abordar la principal crisis socioambiental en la que estamos inmersos.

Las noticias no son buenas, el proceso de debates y acuerdos acerca del cambio climático poco a poco nos aleja de poder tener acuerdos vinculantes obligatorios para los principales responsables del calentamiento global.

Este proceso ha logrado desdibujar el principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas, o sea, que todos somos responsables pero no en la misma medida. Y esto no es sólo para la relación entre países, sino que se refleja en el interior de cada uno.

Resulta que los principales responsables de las emisiones históricas, que nunca redujeron nada, ahora exigen que los países emergentes lo hagan. Más allá de que tengamos que hacerlo, resulta inaudito abandonar las metas de reducción obligatorias para los países responsables de las emisiones históricas.

El proceso hacia la Cumbre se encontró signado por:

. Un debilitamiento del multilateralismo y una captura corporativa de la Convención.

. Un aceitado proceso de dilución de las responsabilidades históricas.

. Un incremento del peso de las alternativas de mercado asociadas a la financiarización y mercantilización de la naturaleza.

. El desarrollo de falsas soluciones, como los mercados de carbono, los proyectos de Reducción de Emisiones por deforestación y Degradación de los bosques (REDD), transgénicos, agrocombustibles, centrales nucleares , fracking, geoingeniería, entre otros que intentan desdibujar el ataque real a las causas del calentamiento global.

. La participación de las grandes empresas e instituciones financieras internacionales que esperan obtener ganancias a expensas del clima y de las comunidades.

En este marco es necesario asumir que no hay soluciones debilitando el multilateralismo. Que debe haber un compromiso vinculante y obligatorio de los países desarrollados para reducir sus emisiones, y que debe implementarse un proceso de transferencia de recursos y tecnologías para la adaptación y mitigación del cambio climático en el Sur Global

¿Y por casa?

El reclamo de medidas en el marco internacional no nos exceptúa de abordar nuestras propias responsabilidades como país. En este marco, los compromisos asumidos por el gobierno nacional de reducción incondicional del 15% de las emisiones que habría en el 2030, resultan una vergüenza. Más aún si se tiene en cuenta que entre las medidas consideradas se ubica al desarrollo de la energía nuclear.

En nuestra ciudad, mientras tanto, impera el marketing climático. Hace años que el gobierno municipal se empeña en ser un habitual participante en diversos foros sobre clima, sin poder mostrar más que algunas acciones desarrolladas. Acciones importantes pero claramente insuficientes.

Después de años de discurso, no tenemos un balance de emisione Esta crisis global tiene su génesis en el modelo de producción y consumo, en nuestra relación expoliadora con la naturaleza, de los territorios y de sus habitantes. Sin dudas las propuestas de economía verde y de mercantilización y financiarización de la naturaleza sólo agravarán la crisis.

Para hacer frente a estas crisis es necesario un cambio de sistema que modifique las relaciones de producción y consumo, que reconstruya nuestras relaciones con la naturaleza, entendiéndola como un patrimonio y no como una forma de capital, de manera de hacer posible la sustentabilidad de la vida.

Necesitamos cambiar el sistema, no el clima.


Taller Ecologista, 9 de diciembre de 2015