En el marco del Día Mundial del Ambiente y a más de un año de declarada la situación mundial de pandemia por coronavirus, la ONG socioambiental Taller Ecologista compartimos un análisis crítico en torno a la falta de una mirada ambiental al respecto, como del diseño de mejores estrategias para transitar este momento disruptivo histórico. “Es imperioso abordar las causas estructurales de estas nuevas enfermedades epidémicas, como también repensar las ciudades y los territorios en clave de sustentabilidad, salud, habitabilidad y equidad”.
Al observar cómo los gobiernos, en sus distintos niveles y en diversos países, han respondido a la emergencia causada por la pandemia de COVID-19, salta a la vista la falta de una mirada ambiental que permita no sólo abordar las posibles causas de la pandemia, sino también diseñar mejores estrategias para transitar la misma.
A grandes rasgos, las principales acciones han tenido que ver con mejorar los sistemas de salud, con restricciones a la movilidad y a ciertas actividades, y con medidas de cuidado e higiene. Para empezar con algunos de los aspectos problemáticos, estas últimas medidas han incluido una mayor utilización de químicos desinfectantes y de plásticos de un solo uso. Estos últimos están vinculados tanto a los productos de consumo doméstico, como a la protección personal (barbijos, guantes, etc) de la población en general y del sector de cuidado de la salud.
En lo referido al consumo doméstico parte de la justificación del mayor uso de descartables, provenía de las sospechas de que el contagio por superficies era un evento probable. Hoy en día esa hipótesis no tiene mucho asidero y se considera de muy improbable ocurrencia. Y en cualquier caso podríamos discutir si el uso de descartables es la mejor forma de protección. En muchos ámbitos, como la gastronomía, el uso de vajilla y otros elementos reutilizables es seguro con medidas básicas de limpieza.
Dada la gravedad de la contaminación por plásticos es crucial desarrollar formas de producción, distribución y consumo que minimicen el uso de descartables. En nuestra ciudad, el trabajo de Graneleando, las campañas “Delivery Sustentable” y “Frascos que Vienen y Van”, son un intento de responder a estos desafíos.
La pregunta central que podríamos hacernos es cómo responder a la pandemia sin generar mayor daño ambiental. Si en los comienzos de la pandemia, esta pregunta podría parecer fuera de lugar, hoy, a más de un año del comienzo, la pregunta se torna urgente y, responderla, requiere el esfuerzo de los gobiernos y toda la sociedad.
Destrucción de los ecosistemas y proliferación de nuevos virus
Al margen de los debates actuales sobre el origen de esta pandemia, sabemos que casi todas las nuevas enfermedades epidémicas han tenido su origen en factores ambientales. La degradación y destrucción de ecosistemas favorecen la pérdida del hábitat de especies que entran en contacto con humanxs o especies intermedias trayendo su carga de virus o bacterias. Mientras tanto, los megacriaderos de aves, cerdos, vacas u otras especies proporcionan el caldo de cultivo para nuevas mutaciones.
La acelerada urbanización, así como el enorme movimiento de personas, genera condiciones propicias para una propagación más efectiva. Asimismo, los modos de producción, de vida y de alimentación no nos ayudan en que tengamos sistemas inmunológicos fuertes: aquello que comemos es cada vez peor por la utilización masiva de agrotóxicos, la pérdida de calidad de los suelos y el consumo creciente de alimentos ultraprocesados.
Al mismo tiempo perdemos calidad ambiental en las ciudades por la saturación de automóviles, el ruido, la densificación acelerada, la falta de espacios verdes, las malas condiciones de habitabilidad, etc. Ni hablar de las comunidades que sufren más intensamente las consecuencias negativas de este modelo productivo: los pueblos fumigados con agrotóxicos o que conviven con industrias contaminantes, rellenos sanitarios o basurales.
Es imperioso abordar las causas estructurales de estas nuevas epidemias. Pero al mismo tiempo repensar las ciudades y los territorios en clave de sustentabilidad, salud, habitabilidad y equidad. Calidad de vida y cuidado ambiental, van de la mano.
Exclusión social y especulación inmobiliaria
Se vuelve fundamental visibilizar que, con la excusa de la falta de vivienda, se construye bajo la lógica de la especulación inmobiliaria. El resultado es un gran porcentaje de departamentos y/o casas desocupadas, no resolviendo el problema de quienes alquilan -entre otras cosas, porque desde el boom inmobiliario, que generó mayor oferta, no disminuyeron los precios sino todo lo contrario, volviéndose más inaccesible- y, además, generando perjuicio a quienes allí viven. Consideramos que donde algunxs ven una revalorización del territorio, otrxs viven la exclusión y expulsión de los mismos.
Por tanto, nos preguntamos: ¿Es racional que sigan permitiéndose en ciudades como Rosario y muchas otras la construcción de viviendas de 20 metros cuadrados?, ¿Que sigamos teniendo ciudades centralizadas, que van destruyendo su calidad de vida con cada nuevo edificio fruto de la especulación inmobiliaria? ¿Que sigamos con problemas de carencias de infraestructuras básicas y hacinamiento en cada barrio popular?
Hay alternativas
Necesitamos ciudades que permitan vidas vivibles para todxs, que cada habitante tenga su espacio para vivir con dignidad, ciudades descentralizadas y con calidad ambiental. Comunidades que puedan consumir alimentos de calidad producidos en cercanía y no aquellos rociados con agrotóxicos a cientos de kilómetros. Que priorice modos de movilidad activa (caminar, bicicleta), con un buen sistema de transporte público, y no todo el espacio público ocupado por automóviles. Que cuide el derecho a cosas básicas como el sol, el aire de calidad, el disfrute en espacios verdes, el derecho al ocio y al tiempo libre.
El derecho y la garantía de acceso a una vivienda digna y una mejora en la calidad de vida requiere un acelerado cambio en la forma que hemos planificado nuestros territorios. Un límite a la concentración urbana y la tendencia creciente de la mancha urbana y el éxodo rural-urbano es algo necesario en paralelo al rediseño del urbanismo.
No hemos sido protagonistas en la toma de decisión sobre cómo habitar el suelo de nuestro país, debemos recuperar muchas soberanías que hemos perdido, la soberanía territorial es quizás la principal sobre la cual se pueden edificar las otras.