Vecinxs de Puerto San Martín junto a organizaciones socioambientales hicieron pública su intranquilidad frente al proyecto de instalación de un nuevo horno incinerador en dicha ciudad, fuente de riesgos para la salud de la población, más todavía cuando ya funcionan dos hornos cerca. Reclamaron por el cumplimiento de leyes y compromisos internacionales, así como los controles –siempre pendientes- por parte del Estado local y provincial. 

Actualmente al norte de la ciudad de Rosario funcionan dos hornos incineradores, pertenecientes a las empresas PELCO e IDM, el primero ubicado en Puerto General San Martín y el otro en San Lorenzo, dedicados a la incineración de residuos peligrosos. Se encuentran ubicados en la zona urbana, muy cerca de las viviendas y a poca distancia entre los dos. “Sumarle un tercero sería incrementar aún más al daño ya existente. Funcionan desde hace años con mínimos controles por parte de los distintos organismos medioambientales y con infinidad de denuncias de lxs vecinxs”, señalaron desde las organizaciones que por estos días se encuentran nuevamente en alerta.

La cremación se realiza a través de la combustión de los cuerpos utilizando como combustible por ejemplo, gas. A partir de este proceso se producen liberaciones a través de las emisiones al aire de gases de efecto invernadero, de  mercurio y de dioxinas y furanos. “En Argentina no hay un laboratorio que mida dioxinas y furanos en aire y en cenizas. Tampoco se hacen controles de calidad de aire en los alrededores de ningún horno de incineración en Santa Fe. Además, viendo el tamaño y ubicación del distrito de Puerto Gral. San Martín, se verán afectadas también las localidades vecinas por las emanaciones”, manifestaron.

“Antes de instalar otra fuente de contaminación de aire a esta zona tan sacrificada, es necesario empezar a ver alternativas más naturales y no tan traumáticas para los familiares del difunto, dándole el respeto necesario al acto de desprenderse de un familiar querido. Que la muerte de un ser humano no signifique daño irreversible a los seres vivos”, señalaron.

Lo que se pide es de sentido común, que parece perderse cuando el resguardo de la calidad de vida de la población y de un ambiente sano, están fuera de la vista de las políticas públicas: “Esperamos que las autoridades cumplan con los compromisos internacionales y se desista en la instalación de este crematorio, fuente de riesgos para la salud de la población. Es prioritario evitar la exposición al mercurio, a las  dioxinas,  de las poblaciones vulnerables, en particular las mujeres, los niños y, a través de ellos, de las generaciones venideras”, expresaron, buscando ser escuchados.

Argentina es signataria del Convenio de Estocolmo y del Convenio de Minamata. El primero se refiere a la reducción o eliminación de fuentes de contaminantes orgánicos persistentes, como lo son las dioxinas y furanos. El Convenio de Minamata tiene como objetivo proteger la salud humana de las fuentes de liberaciones de mercurio y sus compuestos.

Zonas de sacrificio

Una zona de sacrificio ambiental es un término para caracterizar a una región geográfica que ha estado permanentemente sujeta a daño medioambiental generado por la concentración de industrias del tipo químicas, petroquímicas, del agronegocio; sumado a falta de controles oficiales sobre emisiones industriales que afectan el agua, el suelo y el aire y ausencia de estudios epidemiológicos. Las prácticas empresariales corporativas con gobiernos laxos de controles contribuyen a invisibilizar las zonas de sacrificio, y ello significa exponer a una situación de vulnerabilidad y empobrecimiento de las comunidades residentes porque les están afectando bienes indispensables para existir, habitar, permanecer.

Sustancias tóxicas emitidas

Instalar un horno crematorio implica habilitar una fuente de emisiones de sustancias, cuya toxicidad está reconocida internacionalmente: Dioxinas y furanos; que son Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs). La mayoría se acumula en los tejidos grasos, son capaces de permanecer sin degradarse por muchos años; pueden ser transportados por los procesos propios de la atmósfera, como los vientos y las lluvias.

La exposición a los COPs puede provocar efectos graves para la salud, incluidos ciertos cánceres, defectos congénitos, alteración en el funcionamiento de los sistemas inmunes y reproductivos, una mayor susceptibilidad a las enfermedades, daños al sistema nervioso central y periférico, disminución de la inteligencia, además se bioacumulan por el suelo y por las aguas superficiales y subterráneas.

Mercurio: es un metal. El sistema nervioso y los riñones son muy susceptibles al mercurio orgánico, elemental, inorgánico. Los compuestos orgánicos del mercurio atraviesan la placenta produciendo importantes efectos neurológicos y teratogénicos. Al ser afectado el sistema nervioso central pueden aparecer síntomas como alteración del equilibrio, temblor muscular, hormigueos, alteración entre otros graves efectos. También puede ser transportado por la atmósfera grandes distancias.