En el marco de la reciente aparición de gran cantidad de peces muertos en la desembocadura del arroyo Ludueña, desde Taller Ecologista invitaron a complejizar la mirada en torno de la fuerte antropización de toda la cuenca. En este sentido citan el cambio de uso del suelo tras el avance de la frontera agrícola e inmobiliaria, el uso irracional de agrotóxicos y las obras de canalización. A esto le suman la falta de políticas públicas, en un contexto de prolongada sequía y altas temperaturas. No obstante el difícil panorama, desde la ONG acercaron también sugerencias para frenar la degradación.
La cuenca del arroyo Ludueña se encuentra afectada por un contexto de prolongada sequía en la región, producto de la combinación de diversos y complejos factores, como el tercer año consecutivo del fenómeno climatológico de “La Niña” y los cambios de uso de suelo en bosques, montes y humedales en toda la cuenca del Paraná, especialmente en la zona de las nacientes del río Paraná y Paraguay.
“Un menor caudal en el Arroyo implica menor capacidad del mismo para diluir todo lo que se le arroja: sustancias químicas tóxicas y exceso de nutrientes. En el primer caso, tenemos un arroyo que recibe tóxicos en una menor cantidad de agua, hecho que aumenta el nivel de contaminación; en el segundo caso, un gran aporte de nutrientes externos (por ejemplo fertilizantes) genera un desbalance en el ecosistema acuático, y se produce el fenómeno de eutrofización y con este un empobrecimiento en la diversidad de la flora y fauna acuática”, señala Sofía Naranjo, referente del área Humedales de Taller Ecologista.
Dicha situación de sequía a su vez se presenta en combinación con las altas temperaturas estivales de la región; esto produce la evaporación del oxígeno en el agua y la muerte de flora y fauna, entre ellas la muerte de peces, por falta de oxígeno (anoxia). A su vez, esta mortandad aporta mayor carga de materia orgánica al agua, que en su proceso de metabolización y degradación por los microorganismos, se consume más oxígeno y acentúa la falta de oxígeno en el agua.
Desmedida intervención en toda la cuenca
A este panorama se suma la fuerte antropización presente en toda la zona, que con el tiempo genera la impermeabilización de los suelos, aumentando la contaminación que recibe el arroyo así como el riesgo de inundaciones (en una situación de crecida o exceso hídrico). “La desmedida intervención en toda la cuenca, desde el cambio de uso del suelo por el avance de la frontera agrícola e inmobiliaria; al uso irracional de agroquímicos y fertilizantes; a la implementación de obras hidráulicas y canalizaciones, y los vertidos industriales y domésticos clandestinos, generan un nivel de degradación y contaminación muy alto. Esta situación base de deterioro y abandono para el arroyo está hoy agravada por los factores climáticos ya mencionados”, subraya Naranjo, citando también la falta de políticas públicas.
Respecto de la carencia de políticas públicas, desde Taller Ecologista señalan la inacción del Comité de Cuenca del Arroyo Ludueña (creado en 2010, Dto Pcial Nº 2375); y la discontinuidad en la publicación de datos de monitoreo sobre el arroyo como parte del Programa Provincial de “Recuperación de la Calidad de los Cuerpos de Agua Superficiales” (2006), los últimos datos públicos datan de 2010.
“Al tratarse de una cuenca con humedales asociados, estos tiene el mismo destino que el resto de los humedales de la región: fuertes alteraciones, degradación y pérdida de funciones esenciales para el sostenimiento de la vida, y con consecuencias directas a la salud de las personas”, agregó Naranjo.
¿Qué se puede hacer?
No obstante el complicado panorama, desde la ONG , señalaron posibilidades de acción para frenar la sostenida degradación de los ecosistemas. “La reactivación del Comité de Cuencas puede aportar a la puesta en práctica de una visión a escala cuenca, interjurisdiccional y participativa con diversos actores sociales, entre ellas las organizaciones de la sociedad civil. Por otro lado es necesario que se cumpla con las leyes vigentes, que se concrete el monitoreo sostenido de calidad de agua a lo largo del arroyo, al menos en dos épocas del año”, señalaron.
Otra acción posible -remarcaron- sería a través de la conservación de las áreas de pastizales nativos aún remanentes en la cuenca, con una mirada integral que pone en valor y resguarda su riqueza biológica, ecológica y cultural de estos humedales, como es la de corredores bioculturales.
“También se podría avanzar en el resguardo de los ecosistemas con la creación de nuevas áreas protegidas, como por ejemplo la Reserva San Jorge, ubicada a la vera del arroyo a la altura de Funes; y desde la producción sustentable, con la extensión de tierras destinadas a la producción agroecológica”, sugirieron desde la organización.
*Foto: Diario El Ciudadano
Más información:
Video “Arroyo Ludueña: Conocer para cuidar”.