La opinión pública italiana, a la que muchos daban por anestesiada, utilizó este lunes la herramienta del referéndum popular para firmar en las urnas el finiquito político de Silvio Berlusconi. El segundo desastre en solo quince días, tras el sufrido por la derecha en las elecciones municipales, ha parecido incluso más elocuente que el primero. Casi 30 millones de ciudadanos, movilizados gracias a Internet, la oposición y los movimientos ecologistas y católicos, han desoído la invitación a la abstención del jefe del Gobierno y han aprobado por abrumadoras mayorías, cercanas al 95%, los cuatro referendos en juego. Quedan así abolidos el programa nuclear, la privatización del agua y el encarecimiento de tarifas, además de la ley del legítimo impedimento, que permitía a Berlusconi aducir empeños institucionales para no presentarse a sus juicios.

La participación ha llegado el 55,8% de los 50,5 millones de electores censados, por encima de todas las previsiones y del 50% necesario para que las consultas fueran vinculantes. La cifra que permitía superar el quórum era de 25.209.346 electores. Según los datos oficiales, han votado 29,9 millones de personas. El quórum ha sido alcanzado en todas las regiones del país, con las cifras más altas en el norte, y ha dejado sin efecto la enorme chapuza cometida con los 3,3 millones de residentes en el extranjero, que respondieron a la consulta de la energía atómica con unas papeletas inservibles, emitidas antes de que el Gobierno aprobara sobre la marcha una moratoria temporal del nuclear para tratar de sortear el referéndum.

El líder de la oposición, Pierluigi Bersani, que había vaticinado el fácil triunfo de los cuatro síes derogatorios, ha afirmado que esta "masiva demostración democrática certifica que el país está vivo y divorciado de su Gobierno", y ha pedido a Berlusconi que "dimita y suba al Quirinal para poner su cargo a disposición del presidente de la República". El primer ministro ha afirmado en una escueta nota que los italianos habían "expresado de forma neta su voluntad", pero ha reiterado que su intención es agotar los dos años que quedan de legislatura. Horas antes del cierre de los colegios electorales, en conferencia de prensa con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Berlusconi había dado por hecha la derrota al afirmar: "Italia se apresta a decir adiós a la energía nuclear y tendrá que apostar fuerte por las renovables".

La intervención, que ha disparado en la Bolsa los títulos de las empresas del ramo, ha sido duramente criticada por la oposición, que le ha recordado que la ley prohíbe hablar a los políticos mientras las urnas están abiertas. El ministro del Interior, Roberto Maroni, también ha violado la norma al anunciar a mediodía que se alcanzaría el quórum.

Ha sido una jornada festiva e histórica, porque desde 1995 ningún referéndum derogatorio había obtenido el quórum en el país, y parece abrir una brecha insanable entre la ciudadanía y el magnate que ha marcado la política nacional desde hace 17 años. Los sondeos indicaban que gran parte del electorado que eligió hace tres años a Berlusconi le ha abandonado: un 44% de los 18 millones de votantes del Pueblo de la Libertad (PDL) ha contribuido hoy a abolir las leyes aprobadas por su mayoría parlamentaria. El partido había dado libertad de voto, y varios notables del PDL y de la Liga, como Ganni Alemanno, Renata Poverini o Luca Zaia, han acudido a depositar sus papeletas.

Las cuatro victorias aplastantes del 'sí' en las cuatro preguntas planteadas han sido celebradas en las calles por los grupos ecologistas y la oposición. En la Red ha habido una explosión de vídeos y mensajes contra Berlusconi y su Gobierno. "Ciao, Silvio", "Sí, sí, sí, sí. Legitimo godimento" (legítimo gozo), decían, jugando con la derogada ley del legítimo impedimento.