Las familias cuentan con la asesoría técnica del programa provincial de agricultura urbana Yacarú Porá. Los dispositivos, por su parte, fueron financiados por este plan. Con estos biodigestores, la familia incorpora la tecnología alternativa y mejora sus usos, genera y promociona hábitos y conductas que favorezcan el medio ambiente, contribuyendo así a la economía familiar.

Los dispositivos se alimentan de materia orgánica para producir gas. Luego de una semana de proceso, se convierte en fluido. El combustible se encapsula en una bolsa de material especial. Según cada familia, emplean desechos de cerdos así como cáscara de hortalizas, también utilizan heces de humanos.

Fuente: El Litoral