Un estudio internacional reciente -coordinado por la ONG checa Arnika- detectó la presencia de dioxinas en juguetes plásticos. Los artículos analizados provenían de siete países, incluido Argentina. Desde Taller Ecologista advirtieron sobre los riesgos en la salud y la necesidad de un abordaje serio y responsable de la temática por parte de los países. “Necesitamos límites más estrictos para detener la propagación de sustancias químicas tóxicas en productos de consumo hechos de plástico reciclado”, sostuvieron.

El estudio -llevado adelante por la ONG checa Arnika- se titula “Sopa tóxica: dioxinas en juguetes plásticos”, y descubrió niveles alarmantes de dioxinas bromadas, sustancias muy tóxicas, en ocho juguetes y una hebilla para el cabello hecha de plástico reciclado a partir de desechos electrónicos. Se trata del primer estudio disponible públicamente que muestra dioxinas bromadas en productos para niños.

“Las dioxinas bromadas son sustancias químicas altamente peligrosas que se sabe que afectan el desarrollo del cerebro, dañan el sistema inmunológico y el feto, inducen carcinogénesis o alteran la función tiroidea. Son producidas como subproductos no intencionales en la fabricación de los retardantes de llama bromados y como resultado de la incineración de desechos y materiales bromados”, explicó Cecilia Bianco, coordinadora del área Tóxicos de Taller Ecologista.

Los artículos analizados provenían de siete países: Argentina, República Checa, Nigeria, Francia, Alemania, India y Portugal. “Este llamado a la responsabilidad a los países y a las industrias, lo hacemos en coincidencia con la reunión de las autoridades responsables de los Estados miembros de la Unión Europea (UE), que analizarán las regulaciones para el reciclaje y las definiciones de desechos que contienen contaminantes orgánicos persistentes (COP o COPs) a los que pertenecen los PBDEs (ésteres polibromados) y las dioxinas. En dicha reunión se formulará la posición de la UE para la próxima reunión de los Convenios de Estocolmo y de Basilea, y esperamos influir en dicha postura”, agregó Bianco.

Origen de la contaminación de los juguetes

La significativa contaminación de productos para niños con estas sustancias tóxicas bromadas se presentó en una escala que se encuentra en una variedad de residuos peligrosos como por ejemplo, las cenizas de los filtros de los incineradores, las cenizas de fondo de los incineradores, residuos de la quema de placas de circuitos impresos.

También se detectó que el reciclado de plásticos con productos químicos tipo “retardantes de llama”, provenientes de los residuos electrónicos (RAEEs), derivan en la contaminación de los juguetes, elaborados con plásticos reciclados. Dioxinas y furanos en residuos electrónicos, dispositivos electrónicos (como televisores) y plásticos automotrices representan una seria amenaza para el reciclaje de plásticos y productos de consumo hechos con esa materia prima.

“La cantidad total de dioxinas y furanos bromadas (PBDD/Fs) como impureza en el volumen producido de PBDEs se ha estimado recientemente en al menos 1.000 toneladas. Esta cantidad representa una carga muy importante para la salud humana y el medio ambiente, ya que se sugiere que las dioxinas bromadas presentan una toxicidad similar a la de las dioxinas cloradas”, detalló Bianco.

“Existe un movimiento incontrolado de desechos electrónicos y plásticos contaminados con retardantes de llama bromados de la industria automotriz hacia países en desarrollo y en transición. Los plásticos de estas corrientes de residuos fueron el origen probable de los plásticos reciclados para la producción de los juguetes analizados en este estudio”, subrayó la coordinadora del área Tóxicos, confiada en los logros que se van dando a largo plazo a través de la articulación de las ONGs.

Cabe recordar que en abril de 2017, Taller Ecologista también alertó sobre la detección de compuestos bromados tóxicos en los conocidos “cubos mágicos” tipo rubik. Por entonces el estudio se realizó a escala mundial y la ONG rosarina llevó adelante el relevamiento de la situación en Argentina, por entonces, como en el presente, advirtieron sobre los riesgos en la salud y la necesidad de un abordaje serio y responsable desde los países signatarios del los Convenios internacionales antes mencionados.

Mejorar la regulación

Los principales pedidos a nivel jurídico internacional son cinco:

. No permitir el límite propuesto de 1.000 ppm para
DecaBDE (Decabromodifenilo) en plásticos reciclados, sino establecer un límite de 10 ppm.

. Establecer un límite más estricto para la definición de desechos de Contaminantes Orgánicos Persistentes (bajo nivel de contenido de COPs), idealmente para fijarlo en un nivel de 50 ppm para la suma de todos los PBDEs regulados.

. Retirar las exenciones de reciclaje para PentaBDE (Pentabromodifenilo) y OctaBDE (Octabromodifenilo) comerciales, tal como están establecidas en la UE y en varios otros países.

. Agregar las PBDD/Fs al Convenio de Estocolmo para su reducción y eliminación global.

. Mejorar la definición de residuos electrónicos en el marco del Convenio de Basilea.

El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes es un Tratado Multilateral Ambiental que busca proteger la salud humana y el medio ambiente frente a los contaminantes orgánicos persistentes. Argentina está entre los países latinoamericanos signatarios del Convenio, y por tanto, del cumplimiento de los acuerdos establecidos en este marco internacional.