Los humedales figuran entre los ecosistemas más ricos del planeta y son sustento de la vida de muy distintas formas: suministran agua dulce, nutren la pesca, ayudan a regular el ciclo de agua, sostienen parte de una diversidad biológica fascinante, ofrecen protección contra las inundaciones y las tormentas, y brindan medios de vida sustentables a sectores de la población más vulnerable en todo el mundo.

El río Paraná y sus islas forman parte del Sistema de Humedales Paraguay-Paraná –el corredor de humedales más importante del mundo–, cuyos últimos 300 kilómetros constituyen el Delta, del que depende la vida de nuestra región. En setiembre de 2008, como reacción a una serie de incendios de una magnitud y duración sin precedentes que arrasaron gran parte de su territorio y provocaron, además de la destrucción de biodiversidad, pérdidas humanas, los gobiernos de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires y la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, firmaron un acta de intención para elaborar el Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS-DP), con el objetivo principal de que se constituyera en una herramienta de ordenamiento ambiental del territorio.

Sin embargo, desde Taller Ecologista y otras organizaciones sociales y ambientales de la región, este Día de los Humedales se conmemora con gran preocupación: la nueva legislatura de Entre Ríos, sin debate parlamentario y sobre tablas, ha aprobado recientemente la Ley 10.092, que en un mismo movimiento deroga la ley que prohibía la utilización de agroquímicos y la agricultura intensiva en la parte de los humedales que pertenecen al Estado provincial (Ley 9.603), y crea una Sociedad Anónima –Arroz del Delta Entrerriano– a la que se otorga, por 99 años, la “titularidad de la concesión para la administración, transformación, desarrollo, aprovechamiento agroindustrial y explotación comercial, de las tierras fiscales de la Provincia que el Poder Ejecutivo provincial identifique como aptas para ser incorporadas al proceso productivo”.

Este movimiento, que en sí mismo supone un hecho escandaloso de elevada irracionalidad, representa un giro abrupto respecto del compromiso adoptado por el gobierno entrerriano al firmar el PIECAS-DP, y no sólo va a transformar las islas, lagunas y arroyos en campos de cultivo de arroz, sino que literalmente abre el camino al uso de agroquímicos y plaguicidas que afectarían al sistema y los cursos de agua de todo el Delta del Paraná. Un beneficio para pocos, cuyos perjuicios se repartirán entre todos los habitantes que vivimos en la cuenca.