Durante el recorrido con artistas nacionales e internacionales que trabajan en prácticas territoriales en América y Europa, Eduardo Spiaggi, integrante del área Humedales de Taller Ecologista y Victoria Dunda referente de la multisectorial Paren de Fumigarnos, hicieron una reseña sobre la implementación del modelo agroindustrial en nuestro país.
Realizaron un racconto desde la introducción de las semillas genéticamente modificadas en 1996, a la avasallante expansión de los cultivos transgénicos en todo el territorio nacional. "Actualmente se cultivan 20 millones de hectáreas de soja transgénica y se utilizan 300 millones de litros de glifosato por campaña, lo cual implicó una transformación del territorio y un impacto socioambiental tremendo", señalaron.
La actividad se centró luego en el conocimiento de la experiencia de trabajo agroecológico desarrollada en el campo de la familia Fratín, donde productores locales junto a docentes y estudiantes de la facultad de Ciencias Agrarias -en el marco del Proyecto Agroecológico Casilda-, sostienen una unidad productiva sobre 11 hectáreas, con prácticas completamente agroecológicas.
En estas tierras sanas y vivas, libres de agroquímicos, se siembra trigo, maíz y soja, luego se procesan y se venden las harinas. También se cultivan cítricos y frutales de carozo como higo, ciruelas y manzanas, con los que hacen dulces. En un costado de este campo diverso y multicolor se encuentra la huerta donde hay lechuga, acelga, remolacha, rúcula, espinaca y plantas aromáticas. También hay espacio para la crianza de cerdos y terneros.
El sistema de producción agroecológica, a diferencia del modelo basado en la industria de químicos que enferma las tierras, los alimentos y la salud, es una forma de producción y desarrollo para la vida, un modo que recupera la conexión con los saberes ancestrales, los mercados locales, desde los parámetros de la economía social, basada en la sustentabilidad, redistribución y reciprocidad, social, política y económica.