Quienes entren por estos días al Museo de Ciencias Naturales Ángel Gallardo van a encontrarse con algo más que fósiles, caracoles o aves embalsamadas. Es que al llegar al primer piso de la institución de calle San Lorenzo 1949 ya el olor a una mezcla de barro, paja y agua anticipa lo que a simple vista parece la performance de dos artistas pero es, en verdad, una obra en construcción. Desde el mes de enero Lisandro Carreras y Lisandro Arelovich se embarran las manos para levantar las paredes de lo que serán las nuevas oficinas y los espacios de conservación del museo de Ciencias Naturales, la primera institución pública del país que se animó a reformas internas a través de la bioconstrucción. Y en mayo dictarán una serie de talleres para difundir estas técnicas a través de clases teórico-prácticas.

"Necesitábamos oficinas y depósitos de conservación de especies acordes para las distintas colecciones y pensamos en trabajar con este tipo de arquitectura porque está alineada con las condiciones socioambientales y porque nos permite comunicar saberes y conocimientos más allá de las exposiciones habituales", explicó a Rosario3.com Mario Amatiello, coordinador de museografía de la institución.

Fue así, que los dos Lisandros que desde hace tiempo vienen investigando acerca de la permacultura y la bioconstrucción presentaron un proyecto de reformas estructurales con detalle de costos y cronogramas de trabajo que la institución aceptó casi sin dudarlo.  

"La bioconstrucción se hace con materiales que no tienen un proceso industrial, sino que cuentan con una pequeña manipulación", resumió Lisandro Arelovich que también está levantando su propia casa con técnicas sustentables en la localidad de Lucio V. López donde ya hay otras viviendas similares.

Fuente: Rosario3
Pero, ¿En qué se diferencia trabajar desde esta perspectiva, sin usar ladrillos ni cemento?. Mientras para estos últimos se necesita de un horneado caliente, pasar por algún tipo de acero, emanación de gases de efecto invernadero y del uso de transporte, en la arquitectura orgánica todo suele estar al alcance de la mano. "Trabajamos con todo lo que es de uso local, es decir, especies de acá. Sería una contradicción utilizar elementos y tener que traerlos desde otros puntos del planeta", agregó.

La técnica con la que están realizando las reformas internas del Museo Gallardo se llama "paja encofrada". "Es una mezcla secilla de paja de cualquier rastrojo o cereal con barro", explica Lisandro Carreras. El encofrado es como un molde que se rellena y se va subiendo tramo a tramo manualmente con ayuda de espátula o fratacho.
 
"Es muy rápida, sencilla, más barata y fácil de aprender", completa Carreras y cuenta que una pared hecha en "paja encofrada" puede salir hasta tres veces menos que una de cemento. La tierra utilizada sale, paradójicamente, de las excavaciones para la construcción de edificios y puede rondar los 300 pesos. Mientras que los atados de paja se pueden obtener a pocos kilómetros de Rosario, en la zona rural. Además, nada se tira y todo se vuelve a usar. "Los restos de tierra que quedan en el suelo, los barremos y vuelven a convertirse en mezcla para hacer la pared", sostiene Carreras.

La técnica es novedosa pero no por eso es nueva. La utilizaban nuestros abuelos y tiene a las construcciones de adobe como principal antecedente. Viviendas que todavía se pueden ver en algunos poblados cercanos a Rosaro.

Sin embargo, quienes hoy la ponen en práctica buscan menos volver al pasado y más, abonar al resurgir  moderno de la bioconstrucción.

"Es una tecnología apropiada tanto para una vivienda social como para levantar una mansión", dice Arelovich con la idea de desbaratar algunos mitos en torno a este tipo de construcción.

Que sean más económicas no las hace inseguras ni sui generis. Incluso en algunos casos se usan las técnicas mixtas que combinan el cemento para los cimientos con paredes de barro. "Hay pruebas de estas casas que pasaron por ensayos para zonas sísmicas, o para evitar incendios", abundó.

Casas saludables

A los beneficios que esta construcción genera en el medioambiente, se suman otros que tienen más impacto en la esfera de la vida individual o privada, que para los impulsores de esta propuesta no es menos importante que todo lo demás.

La temperatura ambiente, la circulación de aire, la luz natural, son aspectos que en este tipo de arquitectura ocupan un lugar central, ya que se piensa en hacer casas habitables pero también saludables. Para los dos trabajadores, al equipo conformado por ingenieros y arquitectos debería sumarse (¿porqué no?) un médico que garantice que "se puede vivir mejor" en las propiedades construidas.

"Hay casas donde se respira mal, porque se utilizaron pinturas y materiales que emanan toxicidad  y eso a la larga nunca es bueno", explicó Carreras y sentenció: "Quien entró alguna vez a una casa con técnicas como éstas, sin duda, sintió la diferencia".