La situación se presenta como una buena oportunidad para repensar las cadenas de responsabilidades y desatinos respecto a la misma.
Rosario intenta mostrarse como ejemplo de planificación, sin embargo muy probablemente lo que se pueda mostrar es que es algo mejor a la de otras ciudades del país. Esto si bien no es menor, es muchas veces por parte del ejecutivo una excusa para no hacer las cosas bien sino solo un poco mejor que los demás. Consuelo pobre.
La cadena de responsabilidades de las fallas de los servicios en el centro de la ciudad deben ser buscadas justamente en el proceso desarrollado de planificación urbana.
Hace algunos años cuando se aprobaron las modificaciones sobre el código urbano del área central, junto a un número importante de profesionales y organizaciones advertimos que las propuestas no tenían en cuenta por ejemplo, como aumentaría el consumo energético y como se resolvería, cuantos autos más habría en la zona central, cuáles iban a ser los impactos sobre la circulación de aire y los efectos de isla de calor, las posibilidades de incorporar energías renovables y muchos otros elementos más.
En ese momento el ejecutivo adujo en el informe final de la audiencia pública que las condiciones no estaban dadas para esos debates y claudicó ante las presiones de las cámaras de la construcción y demás que exigían “libertad” para su “desarrollo”. Entendidas en ese contexto, “libertad y desarrollo” vendrían a significar el mejor negocio en el menor tiempo posible, lo cual no suele coincidir con el bien común.
Suele suceder que algunas propuestas son tildadas de futuristas, ambiciosas o demasiado avanzadas para el momento, pero, ¿acaso no debería planificarse para un momento en el futuro, bastante alejado, para que ese plan tenga sentido? Los efectos de las nuevas construcciones, la infraestructura que se instala en la ciudad, los nuevos edificios, se sentirán por un tiempo muy prolongado. Por eso mismo es que debe preveerse muy cuidadosamente su impacto.
Lamentablemente estos debates salen a la luz ante los colapsos cuando debieran ser analizados en otros términos y momentos.
La responsabilidad central creemos está en los organismos de planificación urbana de la ciudad de Rosario. No existe un diagnóstico real de la situación energética, no hay un balance energético de la ciudad que nos muestre los consumos de las distintas fuentes de energía, los sectores, las alternativas. No existe una incorporación transversal de la problemática energética en la planificación urbana.
Plantear esto significa reconocer -por ejemplo- que tanto las exigencias o permisividades del código de edificación; el tipo, calidad y cantidad del transporte; y otros asuntos no considerados desde este aspecto, son de una manera u otra los que determinan el consumo de energía de la ciudad.
El “problema” si admitimos estas cosas es que va a haber que hacer algo distinto que rompa con la lógica convencional de correr detrás de las urgencias, de los intereses de negocios, y del rédito inmediato y aparente, para hacer planes que no sólo puedan mostrarse, sino que funcionen.
Por Pablo Bertinat y Juan Salerno (Taller Ecologista)