"Para un buen plan de gestión de residuos hay varias cuestiones a considerar. Lo que tiene que ver con la recuperación de materiales, tanto de residuos reciclables, como los orgánicos, son claves ciertas conductas ciudadanas, como la separación en origen y la disposición inicial diferenciada, esto debe estar articulado justamente con los servicios de recolección que tiene que diseñar y gestionar el municipio", explicó Mirko.

La ordenanza de Basura Cero, aprobada hace 6 años en Rosario, entre otras metas busca disminuir gradualmente el envío de residuos al relleno sanitario de Ricardone, por día se envían 1000 toneladas de basura al relleno, que de montaña de basura va camino a ser una cordillera. Para el año 2012 se debería haber reducido un 25% respecto del valor registrado en 2006, la cantidad máxima debería haber sido 188.209 toneladas; sin embargo se enterraron 304.939, es decir un 60% más de lo que indica la ordenanza.

"Todos los días se entierran valiosos recursos. Actualmente en Rosario son muy bajos los porcentajes de materiales que se reciclan o se compostan, dada la falta de articulación entre los distintos engranajes del sistema", señaló Moskat en el marco de una presentación donde realizó un recorrido por las acciones y programas municipales de gestión de residuos sólidos urbanos, atravesada por una lógica "higienista", más que de reciclado y recuperación de los residuos.

Entre las experiencias sustentables en la gestión de residuos sólidos urbanos, Mirko Moskat citó las Federal, Oro Verde y Cerrito (Entre Rios), también la de Rafaela. A nivel mundial, la de San Francisco (EEUU) donde se recupera en torno al 80% de lo que producen.

La lógica de sacarse la basura de encima y ponerla en el relleno sanitario de pueblos vecinos, se repite en todo el país y en Latinoamérica, y genera una clara situación de injusticia ambiental para los vecinos de las localidades donde funcionan los rellenos, a quienes no les queda otra que soportar los impactos devenidos de este sistema que vislumbra pocas perspectivas de modificarse, cuando la cultura del consumismo y del descarte sigue intacta.